Lluís Perez Calvo «Paulí»

RECORDANDO AL AMIGO XAVI CABA

pauli_Ceramista-2Al monasterio de Cuixà, lugar antiguo y mágico, al pie del Canigó −una de las montañas míticas de nuestra geografía−, al que inmortalizó nuestro poeta nacional Mossén Cinto en su poema épico “Canigó”, llegamos a finales de 1965 un grupo de monjes procedentes del Monasterio de Montserrat, y no solamente para establecernos… Comenzaba a gestarse más de un proyecto. Poco a poco, íbamos reconstruyendo las ruinas del pasado y convirtiendo aquel lugar en un espacio de encuentro entre gentes diversas y especiales, con diferentes ideologías, talantes y profesiones (artistas, artesanos, intelectuales, cantantes, refugiados…), de ambas vertientes de los Pirineos. Un marco especialmente atractivo para poner en marcha, compartir o participar en cualquier experiencia o actividad humana, creativa, etc., de cualquier tipo.

Yo mismo, que había iniciado el taller de cerámica de la Abadía de Montserrat, encontré el lugar y las condiciones ideales para instalar un nuevo taller en Cuixà, más ambicioso esta vez, para poder expresarme en diferentes campos, como la cerámica y los esmaltes, la porcelana, etc.

En este marco y en este ambiente, no sé si atraído por el aroma del conjunto o, en concreto, por los cursillos y estancias que organizábamos para experimentar y profundizar sobre diferentes técnicas del mundo de la cerámica, llegó a Cuixà Xavi Caba, una personalidad polifacética en todas las disciplinas artísticas, un artista de cuerpo entero, y, muy especialmente, con una vocación decidida por la investigación y la exploración de todos los secretos del mundo de la cerámica (el torno que gira y que gira y las manos que crean las formas; el horno de gas que transforma las cenizas vegetales en rica materia de color, de finura o de aspereza; las placas de gres; los relieves y las texturas; la diversidad de arcillas, los óxidos y los esmaltes de alta temperatura).

El ilustrador, pintor de retratos, paisajista, fotógrafo, nunca se contentaba con ello; quería la arcilla, los minerales y el fuego, quería la eternidad, la cerámica, lo que el fuego no puede destruir. Así, de este intercambio enriquecedor, “con las manos en la masa” y de la forma más natural, unidos por una misma pasión, “LA CERÁMICA”, con mayúsculas, nacen y crecen entre nosotros una admiración mutua y una profana e indestructible amistad.

Recuerdo aquellas estancias en Cuixá en que coincidían con Xavi otros de Sabadell: los Lluís Clapés, Brunet, Montserrat Girbau, Pilar…, y, también, cómo disfrutaban de las intensas veladas, compartiendo conversación, opiniones, conocimientos y complicidades, deslumbrados por el buen humor contagioso de Xavi.

Años después de estos períodos vividos en Cuixà, al rehacer yo mi vida con Herminia, en Sabadell, nos volvemos a encontrar aquí y reanudamos los lazos de relación y amistad, junto con Anna Maria y el resto de la familia de Xavi, en Castellar, en su casa, en su estudio, en las exposiciones que nos presentaba por lo menos una vez al año.

Y volvíamos a las tertulias, siempre interesantes y amenas, con frecuencia salpicadas de actualidad política, todo como antes, pero tan diferente… Lo que no había cambiado era su pensamiento libre y el interés y el dominio de cualquier tema que se tocara, siempre con el denominador común del arte y la amistad que nos unía.

Cuando acudimos a la exposición-homenaje a Xavier Caba en Castellar, quedé impactado y maravillado ante la calidad pictórica de los esmaltes y los bajorrelieves expuestos. Con esta impresión, como obra intransferible, quiero quedarme.

Gracias, Xavi; ahora y siempre, estás vivo en mi recuerdo.